Esta estancia tiene un marcado estilo aristocrático que revela un inconfundible gusto por lo claro, por lo elegante, lo refinado, lo galante. Es un ejemplo del Rococó del más genuino estilo francés, con una decoración libre y asimétrica de líneas irregulares que juega caprichosamente con las curvas y contracurvas. En las esquinas no hay cabida para los ángulos rectos y giran en torno a un lienzo de grandes dimensiones que decora el techo. Se trata de una Alegoría de la Aurora. Sus trazos, su marcado carácter decorativo y académico nos vuelven a descubrir la inconfundible mano del magistral Manuel Domínguez Sánchez.
La obra más destacada es el Retrato del General Ricardos, una de las más preciadas obras de arte que alberga este singular palacio asturiano. Este óleo fue pintado por Francisco de Goya y Lucientes en 1794, el mismo año de la muerte del insigne militar. Otra interesante obra es el Retrato de Marino, que resalta por su gran calidad y que se atribuye a Jacopo Amiconi.
El mobiliario de la estancia, concretamente la pareja de canapés y de sillones, procede también de las manufacturas de Aubusson y, en esta ocasión, recrean motivos extraídos de las fábulas de La Fontaine. Sobre la chimenea de esta estancia descubrimos otra pieza interesante, un reloj de repisa de la prestigiosa Casa Gobín, de París, un magnífico ejemplo del historicismo rococó de los relojes franceses decimonónicos.
CRONOLOGÍA: 1794
ESTILO: Academicista
MEDIDAS: 1,10×0,81 m
TÉCNICAS: Pintura al óleo
MATERIALES: Oleo sobre lienzo
Se trata de una de las versiones que realizó Francisco de Goya del retrato del General Ricardos, encontrándose la otra en el Museo del Prado. En la obra se representa al General Antonio Ricardos Carrillo de Albornoz sentado en pose muy erguida en una butaca y ataviado con las galas militares. El General Ricardos fue un destacado militar que estuvo al frente de la campaña de Portugal con Carlos III y organizó la Compañía de Filipinas. Era partidario de la Ilustración y un hombre al que gustaban los refinamientos en el trato y en el vestir. Su nombramiento había sido obra de Godoy y mandó las tropas españolas en la lucha con los franceses en el Rosellón. Fundó el Colegio Militar de Ocaña y estuvo al frente del Ejército de Cataluña en la campaña de 1793. Este retrato fue realizado el mismo año de su muerte, cuando estaba ya enfermo. Esto explica la oquedad de su mirada y cierta impresión de angustia en el rostro, acentuada por el pelo encanecido. Es una fisonomía muy expresiva en la que el enérgico modelado proporciona una acentuación de los rasgos de carácter del retratado. El fondo neutro sobre el que resaltan los colores brillantes de la indumentaria y las líneas de composición cercanas al marco imponen la proximidad del modelo del que Goya quiere captar la expresión adusta, seca enérgica, lo que explica la laboriosidad con que está trabajada la cara. En el resto, el pintor hace gala de un extremado virtuosismo en el tratamiento de los entorchados y las condecoraciones, esbozados con toques rápidos de enorme vigor.